Comunicar malas noticias
Para nuestra profesión
es muy importante el apoyo emocional que se le debe brindar al paciente debemos ser hábiles al a la hora de dar malas
noticias sino puede generar un sufrimiento añadido innecesario en la persona
que recibe la noticia y un deterioro en la relación sanitario-paciente.
En muchas ocasiones,
a la hora de abordar estas situaciones, el profesional de la salud suele tener miedos
e inquietudes pues, durante su etapa de estudios en la facultad ha recibido una
formación
en el binomio
salud-enfermedad desde una enfermedad totalmente biológica desatendiéndose, por
tanto, las habilidades de comunicación. para definir “mala noticia” es mucho más difícil ya
que calificar una información de buena o mala depende de quién reciba la
información, es decir, es algo totalmente subjetivo, debemos encontrar el
momento adecuado y la manera adecuada para dar la noticia.
Para dar una mala
noticia se debe tomar en cuenta todos los factores que influyen en el paciente
como:
a) Factores
socioculturales
Juventud, salud,
riqueza y bienestar son los principios fundamentales de la cultura. Su estilo
de vida si es apropiado.
b) Factores del usuario - paciente
La “mala noticia”
depende en muchas ocasiones del impacto que causará en el paciente. Muchos pacientes
asumen con total naturalidad su diagnóstico el cual para el profesional de la
salud podría resultar muy difícil de sobrellevar.
c) Factores del personal sanitario
Constituidos
principalmente por los temores que experimentan los profesionales sanitarios
ante las eventuales repercusiones que la comunicación de una mala noticia puede
desencadenar en la relación profesional – paciente.
También es importante
la personalidad del facultativo, su capacidad de empatía, su forma de
expresarse, el entorno donde se encuentre a la hora de dar la noticia y la
claridad con que lo haga, serán determinantes para sus oyentes y su reacción.
Pero aunque el médico sea un experto en dar este tipo de noticias es muy
importante conocer al paciente o a los familiares a quienes se les está
comunicando un resultado. Hay que tener en cuenta la edad de los
interlocutores, el conocimiento previo de la enfermedad, sus creencias
religiosas o incluso su nivel cultural. También hay que ser conscientes de que,
aunque el paciente tiene derecho a saber qué le pasa, hay muchos que no quieren
saberlo, y esto puede dificultar hablar de posibles tratamientos o
intervenciones posteriores.
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