FUNDAMENTOS DE CONSENTIMIENTO INFORMADO
La vocación médica y por extensión todo el
personal de salud debe estar representada por un acto de amor a sus semejantes
más que por la remuneración que hoy día exige tal asistencia.
En la lucha que iniciamos las personas trasplantadas desde el año
2001, hemos encontrado las voces solidarias de funcionarios
de la salud con este perfil, pero que no tienen el
poder de decidir lo mejor para sus pacientes. El Consentimiento
Informado no era considerado en ninguna ley y solo un simple
principio de poco valor y menos un hecho objetivo, para
quienes ejercen la mecánica del poder. Nunca fue un recurso
efectivo para la defensa de la violencia médica.
La relación
médico-paciente ha experimentado profundos cambios en estos últimos años. La
tradicional moral de beneficencia, vigente desde tiempos de Hipócrates, con su
carga de paternalismo (“a los pacientes había que defenderlos de la verdad”),
ha dejado paso a la moral de autonomía,
de origen en la Ilustración y con gran desarrollo en países anglosajones,
concretamente en los EE.UU., y que se caracteriza por una difusión de la
filosofía de la libertad de los pacientes para que puedan tomar decisiones
referentes a su enfermedad.
Por la que se
le pueden reclamar legalmente daños...”. Núremberg (1947) supuso otro hito: las
aberraciones cometidas por los nazis fueron proclamadas por todos los medios de
comunicación. Se redactó un código ético que obligaba al consentimiento
“voluntario”, pero enfocado en los sujetos de investigación. Daba la sensación
de que aquello había sido un paréntesis horrible en la historia ya pasada, pero
que los países democráticos no precisaban cambios. Ni ello ni la Declaración de
Derechos Humanos del año siguiente (“Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos. Están dotados de razón y conciencia y deberán
obrar unos con otros en un espíritu de hermandad”) supuso un cambio significativo
en la asistencia sanitaria.
En marzo de
2000, el ministro de Asuntos Sociales de Suecia dio a conocer que, entre 1935 y
1975, se esterilizó a 63.000 personas por “razones de higiene social y racial”,
y se realizó con un gran consenso de todos los partidos políticos al elaborar
las leyes eugenesias de 1934 y 1941. Un 93% eran mujeres: unas por ser minusvalías, otras por ser miopes, etc.
Una vez más,
fueron los procesos judiciales americanos los que alertaron a la opinión
pública y fueron modificando la relación médico-paciente, con mayor
trascendencia en los EE.UU. y de forma más tardía y atenuada en Europa.
es muy importante dar a conocer al paciente la situación en la que se encuentra para que el mismo y su familia se preparen para las consecuencias.
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