El adolescente y la toma de decisiones en
salud
En su calidad de agente moral (y legalmente)
competente, se exige del paciente que posea determinadas capacidades que lo
habiliten para tomar decisiones autónomas y, frente a un determinado
tratamiento, otorgar un consentimiento informado válido. Pero dichas
capacidades exigen cierto grado de desarrollo psicológico propio de un individuo
relativamente maduro.
Esta madurez
evolutiva implica, fundamentalmente, el desarrollo de ciertas capacidades
cognitivas y volitivas supuestas en el razonamiento y la deliberación para la
toma de decisiones en salud, tales como la comprensión de los hechos que hacen
a un cuadro clínico en particular, el pensamiento operacional para la
evaluación de dichos hechos, cierta apreciación de las consecuencias a mediano
y largo plazo de la enfermedad, la posibilidad de sopesar las alternativas de
tratamiento, la estimación de cargas y beneficios de cada una de esas alternativas
disponibles y la fuerza de voluntad que se requiere para optar por y sostener apropiadamente
el tratamiento finalmente elegido.
No obstante, este reconocimiento por parte de
la familia y de la comunidad médica de los derechos del adolescente para
decidir, es incipiente. Los fundamentos jurídicos para defender la participación
de los menores, especialmente los menores adultos (entre 14 y 21 años) en el proceso
del Consentimiento Informado ya se explicitan en la Convención Internacional de
Derechos del niño, que establece que el niño es persona humana, sujeto y
titular de derechos y obligaciones.
Es
notorio entonces que en el paciente adolescente confluyen varios factores que lo
vuelven peculiar. El primero de ellos es que la situación de un adolescente
maduro da lugar a una controversia difícil de zanjar: la de que aquel que
decide en nombre de quien es, al menos cultural y legalmente, todavía un menor
o si, por el contrario, es el propio menor el que tiene que decidir acerca de
su propia persona.
Cuando la salud se encuentra seriamente
amenazada, el médico tiene la obligación de proteger la salud del joven,
dándole al paciente la posibilidad de que sobreviva y llegue a ser un adulto.
Finalmente, se puede señalar que tal como
sucede con los adultos, esa competencia sólo sea presunta. Cuando hay evidencia
de que el joven está decidiendo erróneamente en tratamientos cruciales, esa
competencia sólo presunta puede ser desestimada. Y pese a que los tribunales no
son los lugares ideales para tomar decisiones, apelar a instancias legales en
el tratamiento de adolescentes se justifica plenamente en ese tipo de
situaciones dilemáticas.
en mi opinión el hecho de que los jovenes tomen decisiones no es muy seguro porque aveces no son los suficiente maduros para poder afrontar un problema relevante a su salud, por ejemplo a los testigos de jeova desde pequeños casi que los programan según ellos en su postura que esta bien y que esta mal!
ResponderEliminarEn mi punto de vista para tomar una decision, aveces debemos de escuchar algunos concejos de personas adultas, para despues hacer un analisis de lo que nos convenga y tomar una buena decision, es claro que los jovenes necesitan orientacion para que puedan saber que decisiones tomar.
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