domingo, 25 de noviembre de 2012


ESPECTOS ETICOS DE LA ENFERMEDAD TERMINAL.
La muerte forma parte de la vida de cada uno y constituye un momento personal y único. Vivir y morir forman parte de lo mismo; morir es uno de los parámetros del vivir. Se considera a la muerte como una situación límite íntimamente relacionada con la personal trayectoria biográfica y las actitudes ante la vida que se hayan tenido. Estas actitudes marcarán sus vivencias y orientarán el comportamiento que se manifiesta en la denominada fase terminal.

La  enfermedad  terminal  (Síndrome  terminal =  ST) se define como el  estado clínico que  indica  expectativa  de  muerte  en breve plazo. Se presenta comúnmente como el proceso evolutivo final  de  algunas  enfermedades crónicas progresivas cuando se han agotado  los  remedios  disponibles.
El  diagnóstico de ST se basa en la  existencia de los  siguientes factores:
  a)  Enfermedad causal de  evolución  progresiva.
 b)  pronóstico  de  supervivencia inferior a  un mes .
c)  ineficacia  comprobada de los tratamientos y pérdida de la esperanza de recuperación.
CUANDO SE APLICA EL DIAGNOSTICO DEL ST.
SURGE INTERROGANTES  COMO.
·       ¿Debo  decirlo  a  mi  paciente?
·       ¿Cómo  comparto este conocimiento con mi paciente.
·       Valores, ética y moral 
·       Al acto de valorar lo sustentan 2 cargas: la objetividad de los valores y la subjetividad de la valoración que depende del punto de vista desde el cual se observa, de la formación económico-social y la cultura del pueblo o país en el proceso de reconocimiento de la persona humana.
El personal de la salud jerarquiza desde los tiempos de Hipócrates, 2 principios fundamentales:
·       Hacer el bien (principio de beneficencia). Este principio defiende que todos los actos que están orientados a hacer el bien estén justificados en sí mismos. 
·       No dañar (principio de la no maleficencia). Este principio defiende que ninguna acción del profesional debe ir orientada a hacer el mal, debe evitar el daño a los pacientes. Es considerado como el otro elemento del par dialéctico beneficencia-no maleficencia.



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